Llegamos y cenamos, no se como pero acá estamos casi muertos en un hotel de jubilados. Comimos en un lugar que se llama el tío. Una bosta igual que el hotel. El tipo paso a tirar mata cucarachas a la cocina donde mañana no vamos a desayunar.
Ahora estamos tomando unos drinks en el loby, del cual postearemos fotos.
Al ingresar a la habitación y al apremiar la urgencia de mis riñones me dispuse a evacuarlos. Pero descubrí con tristeza que la mal llamada tabla no se mantenía en posición vertical, debido a que la vúlgarmente llamada mochila la hacía formar un ángulo menor a 90. Con el apuro y el cansancio me lance a la odisea de mear sosteniendo entre otras cosas la tabla. Al rato Vero me trajo un jeán bien sequito mientras dejaba orear las bombachas de campo que resultaron mojadas por la desgracia. A Vero le dije que fue el gato.
Ahora estoy sutilmente recostado en una almohada que debajo tiene mi jeán y uno de los toállones para levantarla unos milímetros más.
Todo esto mientras en la radio recita poemas Omar Cerasuolo que hace años que no escucho.
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